El ser humano se conoce a través de lo que hace, de lo que piensa, de lo que siente, etc. y la forma en la que se percata de cómo lo hace, es por la respuesta del otro, de la reacción del otro o de los otros; los demás son su reflejo, son sus espejos.
Por lo que existe una interpretación inconsciente que vale lo que ve en los ojos del otro, lo que se refleja en los ojos del otro.
¿Qué pasa si de forma consciente miro, veo al otro con aprecio, con afecto, con amor? si el otro me mira así entonces quiero ser y dar lo mejor que hay en mi.
¿Cómo sacar lo mejor de mi hijo?
Tanto los padres de familia como los docentes por hablar de algunos escenarios se encuentran mayormente tan ocupados y preocupados por lo cotidiano que olvidan o pasar por alto el mirar a los niños con afecto, con amor, con aceptación.
Los padres de familia muchas veces destinan mucho tiempo y esfuerzo a los aspectos físicos de sus hijos como casa, vestido, alimentación, ejercicio, salud, etc.; pero poco se ocupan de su aspecto emocional como se siente, que le gusta, que le provoca tristeza, que le da miedo; pareciera que no importa si tiene miedo o tristeza mientras se bañe, lave los dientes, coma, todo está bien.
Cuando el hijo descubre en los ojos de los padres el afecto, el amor, el cariño, la aceptación no hay otra opción que corresponder con el mayor esfuerzo para hacer lo mejor.
Solo basta unos instantes de detener los pensamientos e ideas del otro y mirarlo, contemplarlo como ese gran ser humano que es, sin calificativos, con amor y el otro florecerá desde lo mejor que hay en él. Y si además los padres de familia acompañan esta mirada con una señal de afecto físicamente, se logran maravillas.
MHP
