A los que nacieron en los 60’s, 70’s u 80’s, les tocó jugar mucho en el patio o juegos de mesa, en cada familia había 5, 7 o 9 hijos, por lo que también había muchos primos, fue de alguna manera fácil hacer equipos, parejas, etc. para jugar.
Cada uno de esos juegos tiene muchas ventajas pedagógicas, por ejemplo:
– En el juego del stop se tiene que decir el número de pasos para llegar al punto donde se encuentra el compañero que se ha elegido y el tamaño de los pasos, eso permite el cálculo de la distancia y el conteo.
– En el juego del avión hay que lanzar una piedra o bola de papel en un número, siguiendo el orden de la serie numérica, y se va avanzando a brincos en un pie o en los dos pies, se trabaja el brincar en uno y dos pies, también la serie numérica y calcular la fuerza para lanzar la piedra y que caiga en el número que toca.
Vínculos para siempre
– En el juego de la estatuas de marfil, se baila mientras se canta y después se quedan quietos, propicia el autocontrol del cuerpo en movimiento y en reposo.
– En el juego de la oca, serpientes y escaleras, en ellos se tiran uno o dos dados que marcan el número de casillas por avanzar, esto favorece el conteo, el sobreconteo y la visualización de la serie numérica del 1 al 100.
– En el memorama se colocan las parejas de las tarjetas volteadas y se van eligiendo dos en cada tirada hasta encontrar las parejas, este juego favorece la memoria.
Todos estos juegos tradicionales ayudan a la perseverancia, la tolerancia a la frustración, la concentración, la actividad física y mental, pero sobre todo la convivencia.
La convivencia que permitieron estos juegos, las personas con las que se jugaron este tipo de juegos, son recuerdos para toda la vida. Las escondidillas, la loca, quemados de hoyos, el resorte, brincar la cuerda, etc.
Estos juegos iban acompañados de complicidad, apoyo, lastimadas combinadas de compasión y auxilio, risas y de inmensa felicidad para siempre.
Los que antes fueron niños en esa época, ahora son padres y pueden jugar esos juegos tradicionales con sus hijos para formar esos vínculos de alegría y amor.
