Todas las experiencias en cualquier aspecto de la vida y en cualquier ámbito impactan el espíritu, todas las situaciones estresantes, de conflicto, de duda, inestabilidad o miedo, ya sea en la familia, el trabajo, los amigos, la escuela, etc. alteran la armonía natural del organismo.
Aunque podemos encontrar científicos de la medicina, que históricamente negaban el papel que juegan las emociones en la salud, actualmente son más los que aceptan que el estado emocional de las personas afecta la salud. La medicina oriental incluso, ha establecido una conexión entre ciertos estados emocionales y los órganos o sistemas del cuerpo, por ejemplo, asocian los riñones con el miedo, los pulmones con la tristeza, el estómago con el estrés, los intestinos con situaciones emocionales no digerida. Finalmente, todas estas y otras emociones generan cierto tipo de energía en el organismo.
El asombro de la vida
La energía del cuerpo se altera positiva o negativamente por la energía de los demás y de las emociones que se experimentan, si se parte de esta idea se puede elegir de qué tipo de energía quiero que se cargue mi cuerpo, por ejemplo, escuchar música clásica, instrumental de cuencos tibetanos, de sonidos de la naturaleza o música electrónica, escuchar noticias buenas o noticias de tragedias, ver películas de terror o que traten sobre el amor.
La salud es un estado natural de armonía, que se pierde por todas las emociones, el tipo de alimentos, falta o exceso de descanso y ejercicio. Pero sobre todo el estado emocional y energético del organismo, la actitud con la que se vive, no es lo mismo vivir desde el miedo que desde la fe.
Vivir desde el miedo provoca una descarga de químicos en el organismo que lo contaminan, que lo alteran, lo desequilibran, lo saturan, lo contraen, y energéticamente hay un bloque para el flujo de la energía positiva, divina; vivir desde la fe nos conecta con la armonía, el equilibrio, con la certeza de lo correcto.