El movimiento y la actividad humana para satisfacer sus necesidades, provocan un desorden que requiere ser ordenado por alguien, pareciera que unos desacomodan y otros acomodan, y de alguna manera así es, por eso existen en la sociedad diferentes profesiones y oficios.
En el hogar sucede más o menos lo mismo que a nivel sociedad, y también pareciera que solo algunos son encargados de acomodar y ordenar las cosas, pero no es así, todos los miembros de la familia tienen que participar en las actividades, tareas o quehaceres del hogar.
Es importante que los niños comprendan esta idea, de que es responsabilidad de todos los quehaceres de la casa, es muy común que ante el ejemplo de que solo la mamá los hace los niños conforme van creciendo se resistan a participar, cuando van creciendo cambian también las circunstancias y las respuestas de los niños-jóvenes.
Los quehaceres de la casa deben ser asignados de acuerdo a la edad y características de los niño, los padres deben ser lo suficientemente inteligentes, firmes y flexibles al asignarlos, en el intento de obligar o presionar se puede estar generando en el niño una resistencia que solo lo vuelve más fuerte para aguantar los regaños, gritos y castigos.
¿motivándolos, amenazandolos, premiandolos o castigandolos?
Lo conveniente será asignar desde una corta edad, pequeños quehaceres que sean la responsabilidad del niño, para esto se requiere constancia de los padres, no solo hoy porque estoy muy contenta no lo hagas y mañana que estoy enojada lo haces porque yo lo digo.
Niños menores de seis años bien pueden recoger sus juguetes, colocar su ropa sucia en el bote, ayudar a colocar los trastes para comer, lavar frutas y verduras, acomodar zapatos, aparear calcetines, etc. se les asigna con cierta periodicidad, bajo la vigilancia de un adulto al inicio y cada vez de manera más autónoma.
Cuando los niños entran a la primaria debido a cambios biológicos, empiezan una resistencia a colaborar en las tareas del hogar, y es aquí en donde los padres ya no pueden ejercer su autoridad por encima de las emociones del niño, lo mejor es negociar sin ceder en la tarea asignada, pero para esto se tiene que ser muy firme y claro. Por ejemplo: hoy es el día que te toca lavar los platos del perro, ya habíamos acordado que lo tienes que hacer antes de las seis de la tarde. El niño empieza también a manejar una organización de sus actividades, comer, hacer su tarea, jugar, bañarse, etc. más los quehaceres.
Si los padres aprenden a manejarse desde la firmeza, no dureza, y la constancia, menos tendrán que recurrir a los gritos y amenazas. Está bien también negociar las consecuencias, que pasa cuando no hace, estos deben ser establecidos no desde el coraje y la venganza, sino como una consecuencia lógica.
Las consecuencias son acordes a la edad de los niños, pero también deben ser muy bien pensadas por los padres, nada de –como no lavaste los platos del perro, no hay fiesta de cumpleaños-.
MHP.
