De manera ideal la tarea es para reforzar, repasar o recordar los que ya se aprendió y trabajó en la escuela, por lo tanto, no debería de representar un esfuerzo muy grande ni la inversión de horas para realizarla.
Pero la realidad es que la tarea se vuelve un cúmulo de actividades, en las que hay que invertir varias horas de la tarde, con temas que pudiera ser que no se han comprendido, mucho de esto se debe a la carga de trabajo de las docentes y aún más a la cantidad de alumnos en cada uno de los salones, en el caso de las escuelas públicas.
Se vuelve en los hogares un conflicto la hora de hacer la tarea, los padres de familia que presionan a los hijos para realizarla, también a permanecer sentados sin distracciones para no equivocarse, además de que lo que no entiende el hijo como hacerlo lo tienen que explicar los padres de familia. Al otro día habrá consecuencias en la escuela si la tarea está mal hecha o no se hizo y los padres se preocupan por estas. Toda la actividad familiar gira de manera negativa alrededor de la tarea de los hijos porque los padres se sienten presionados.
¿Y tu como haces la tarea?
Lo primero que habría que reflexionar es ¿de quién es la tarea?, al parecer la tarea es de los padres de familia, porque son los más preocupados de que esta se haga y se haga bien, el niño solo es el que la hace.
Para que la tarea cumpla con su función de repaso, de aprendizaje, se debe empezar por que los padres de familia dejen que el hijo asuma la responsabilidad de que la tarea es de él, sin que ellos se esmeren porque la haga, los padres deben proporcionar todos lo necesario para sus labores escolares, asignar un espacio y un horario, la realización es compromiso del hijo, y él es el que debe asumir las consecuencias de haberla hecho mal o no haberla hecho. La supervisión y apoyo de los padres de familia debe ser acorde a la edad del hijo, en preescolar mayor acompañamiento, y este debe ir disminuyendo conforme los grados escolares.