¿Cómo hundir la autoestima de mi hijo?

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El ser humano desde que es bebé, recibe muchos mensajes tanto a través del lenguaje verbal como el del lenguaje corporal de las personas que lo rodean, pero tienen más impacto los mensajes recibidos de los padres.

  Aunque los padres por condición natural quieren lo mejor para el hijo, existen momentos muchos o pocos en el diario vivir, en los que los padres actúan sin tanto control de sus emociones, o sin mucha conciencia del impacto que tiene lo que ellos hacen o dicen.

  El valer, la estima, la autoestima, que tanto se quiere alguien, se construye desde niño a partir de saberse y darse cuenta de que se pueden hacer cosas, como una primera instancia se puede dar la autosatisfacción por lo hecho, de pronto el bebé siente satisfacción porque gateando alcanzó aquel objeto o juguete, cuando logra llevarse la comida a la boca, cuando se sube al triciclo y avanza, todas esas experiencias son un logro.

¿Cómo fomentar la autoestima de mi hijo?

  Quiere subir, trepar correr, conocer, experimentar, y sus logros lo hacen sentir capaz de hacer, se siente bien y quiere hacer más, aun cuando en un primer momento haya cierta dificultad lo intenta y lo quiere hacer, a veces como extra puede recibir reconocimiento de los demás, recibe aplausos, felicitaciones y se siente aún mejor.

  Cuando por cualquier cosa el niño recibe reconocimiento, esto no aumenta su autoestima, por el contrario, lo hace empezar a dudar de sus capacidades, es como si él en un diálogo interno se dijera – esto no es para tanto, esto no merece felicitaciones, realmente no hice ningún esfuerzo -, es importante como adultos reconocer lo que vale la pena ser reconocido por el esfuerzo que implicó el reto.

Otra forma de ir dañando la autoestima de los niños es hacer todo por él, los adultos le quitan, le ponen, le abren, le cierran, lo suben, lo bajan, es decirle de manera encubierta no pienso que seas capaz, como cuando la mamá a su hijo de 5 años le sigue dando la mano para subir las escaleras de su casa, cuando le abrocha y le desabrocha los botones de la chamarra a los 6 años.  Se requiere de paciencia, de comprensión, para darle el tiempo necesario al niño para que haga las cosas, se coma la sopa por sí solo, se quite los zapatos, saque punta a los colores, encuentre la página en el libro, etc. dejarlo resolver, dejarlo superar retos acordes a su edad.

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